En América latina, países con sistemas tributarios difíciles de cumplir y cargados de trámites han empujado a millones de trabajadores y empresas hacia la informalidad. El caso peruano ilustra este problema con claridad.
La baja recaudación fiscal en el Perú no se explica solo por la informalidad, sino por un sistema de formalización engorroso y poco accesible, junto a un gasto público que no se traduce en mejores servicios. Para avanzar, el país necesita simplificar procesos, mejorar la eficiencia y enfocarse en ampliar la base de contribuyentes, en lugar de seguir sobrecargando a quienes ya cumplen.
1. La recaudación es baja porque pocos pueden formalizarse
El Perú obtiene apenas 1,7% del PBI por impuesto a la renta personal, frente al 8% promedio de los países de la OCDE. En contribuciones a salud y pensiones la brecha también es grande: 2,1% del PBI en el país, contra 3,6% en América Latina y el Caribe y 9% en la OCDE. La explicación estructural es simple y dura: solo 3 de cada 10 trabajadores (30%) tienen un empleo formal. La recaudación cae porque la base es estrecha, no porque quienes están dentro del sistema aporten poco.
2. Impuestos a la propiedad: se recauda poco por fallas del Estado
El impuesto a la propiedad aporta solo 0,4% del PBI en el Perú, frente a 0,9% regional y 1,8% en la OCDE. La razón no está en los contribuyentes sino en la administración: catastro incompleto, valores prediales desactualizados, municipios con poca capacidad operativa y amnistías recurrentes que desincentivan el pago. Mejoras técnicas e institucionales en estos frentes podrían aumentar significativamente la recaudación.
3. Evasión: el agujero que no se cierra
La evasión global ronda el 40%. En el impuesto a la renta, la evasión supera el 50%, lo que equivale a cerca del 4% del PBI que no llega a las arcas del Estado. Es la otra cara del problema: mientras el Estado no logra ampliar la base ni asegurar el cobro, grandes porciones de renta efectiva permanecen fuera del sistema.
4. La informalidad no es elección: es una respuesta racional
Para personas y pequeñas empresas, formalizarse significa trámites engorrosos, costos elevados y exigencias que muchas veces superan su capacidad operativa. En ese contexto, la informalidad —más que una costumbre— es una respuesta lógica a un sistema que no facilita el cumplimiento, sino que lo encarece y lo complica.
5. El gasto público debilita la legitimidad fiscal
No basta con señalar que falta recaudar; es clave preguntar cómo se gasta. El presupuesto 2026 asciende a S/ 257 mil millones (aumento del 2,2% respecto a 2025), mientras que en los últimos diez años el gasto en personal se incrementó 152%. A esto se suma el drenaje por Petroperú, con pérdidas acumuladas superiores a S/ 24,000 millones desde 2013. Ese mal manejo erosiona la confianza ciudadana y reduce la disposición a formalizarse y pagar.
6. Presión sobre pocos, impunidad para muchos: la solución es ampliar la base
La presión fiscal efectiva recae sobre un grupo reducido: los formales. Subir impuestos a quienes ya cumplen no es una salida sostenible. La solución real es permitir que más peruanos se formalicen: simplificar trámites, reducir costos de entrada, modernizar el catastro, fortalecer municipalidades, ordenar los beneficios tributarios y mejorar la calidad del gasto público.
El problema no es que “no haya dinero”; es que el Estado impone barreras a la formalidad y luego gestiona mal los recursos que sí recauda. Si el país quiere más recursos sin ahogar la actividad económica, debe dejar de asfixiar la formalización y empezar a gastar con eficacia.
Relacionadas